Spike Lee (Inside Man, Malcolm X) se arriesga a adaptar Oldboy, el monumental manga japonés de agonía, angustia y venganza, obra de Garon Tsuchiya y Nobuaki Minegishi. Riesgo es la palabra adecuada: con esta nueva cinta, que podrás ver este jueves en nuestro país, Lee se enfrenta a ser juzgado con la misma vara con que decenas de críticos calificaron a la brillante adaptación homónima de Park Chan-wook (Lady Vengeance, Thirst), una prueba difícil de afrontar.

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La historia es bien sabida: un hombre mediocre es secuestrado y encerrado durante años en una celda parecida a un cuarto de hotel. Sus únicas compañías: un cuadro, un televisor y su propia alma. El motivo y su futuro son desconocidos. El día menos esperado, el hombre despierta, ya no dentro de la celda, sino en el mundo exterior, vestido con un traje negro, con una cartera llena y un teléfono celular a través del cual su captor lo reta a descifrar el motivo de aquel encierro y también a darle alcance.

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La adaptación de Lee es tan fiel como la de Park Chan-wook y el relato es casi idéntico. Son los pequeños detalles los que nos mantienen pegados al asiento y los que nos convencen de que contar la misma historia tiene sentido, pues no se trata de algo narrado una o dos veces, sino eternamente: la historia de la soledad y la venganza.

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Antes de que vayas al cine a juzgar por ti mismo la adaptación de Spike Lee, vale la pena recordar algunos de los mejores elementos del filme coreano para compararlos con los logros del que está por llegar a las pantallas. No te preocupes, no arruinaremos ninguno de los giros que te esperan, así que puedes seguir leyendo con tranquilidad.

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Pues bien, lo primero que, literalmente, saltaba a la vista desde los primeros cuadros de Oldboy (2003), era la fiesta de color con que Chung Chung-hoon, el cinematógrafo de cabecera de Park Chan-wook, sabe deleitar al espectador. Aquellos contrastes entre colores básicos y las electrizantes composiciones en algunas secuencias son memorables. Destacan la de la lucha a martillo contra un montón de pandilleros, o aquella otra funesta escena del hotel, que le valieron al filme el aplauso general. Podía no gustarte la historia, pero no podías dejar de ver la pantalla.

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El reto fotográfico está bien asumido por Sean Bobbit y no podría ser de otra manera. Ese hombre es el ojo detrás de obras como Shame y Hunger de Steve McQueen. Lee eligió bien: justamente, los contrastes y las perfectas simetrías son el agua en que Bobbit mejor nada y Oldboy (2013) no es la excepción. No te distraigas con las palomitas en la escena de la liberación, ni mucho menos en las numerosas escenas de acción, tu pupila lo agradecerá.

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Oldboy (2003) no habría sido nada sin las estremecedoras actuaciones de su protagonista, interpretado por Choi Min-sik, ni de su villano, interpretado por el galán coreano Yu Ji-tae. Del primero, nos asombró su capacidad de cambio y, por supuesto, la fuerza con que lleva el final. El segundo encarna a un villano tan elegante y sobrio en aspecto, como atormentado e impredecible en carácter. El patagónico femenino es mucho menos llamativo. Interpretado por Kang Hye-jeog, resultaba débil cuando no inverosímil.

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La nueva cinta tiene un protagonista cuya capacidad dramática bien podría superar a la de Min-sik. Josh Brolin, a quien recordamos por su papel en No Country for Old Men, proyecta simultáneamente fuerza y debilidad a través de su severo rostro. No en vano fue considerado para interpretar a Batman en la próxima cinta de Zack Snyder, aunque el papel le fuera arrancado después por Ben Affeck. Elizabeth Olsen tampoco nos deja insatisfechos. Lee se aseguró de construir un personaje femenino mucho más fuerte que el de Chan-wook, personaje que Olsen calza bien, elevando la historia. Quien en esta ocasión resulta acaso un poco débil es el villano, interpretado por Sharlto Copley, aunque podemos culpar más al guión que al actor. Se trata de un hombre mucho más extravagante, lo que le lleva a rozar lo increíble.

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Los papeles secundarios en el filme de Lee resultan refrescantes. El serio y fiel compañero del villano es sustituido por una atractiva Pom Klementieff, que te robará el aliento de vez en vez, y que es tan mortífera como aquel. Otro de los papeles secundarios es interpretado por Samuel. L. Jackson haciendo… bueno, de Samuel L. Jackson, aunque nadie podrá cansarse de eso algún día.

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En cuanto a guión, el de Hwang Jo-yun y Park Chan-wook destacaba por su impecable ritmo ascendente y por la simpleza en la ironía final. Por su parte, Mark Protosevich, autor del libreto de I Am Legend, se vio en la necesidad de llenar la historia con más giros, muchos de ellos inesperados, a veces para mal, pero en su mayoría muy bien logrados. El final es la prueba de pruebas para el film, pero sobre esto guardaremos silencio.

Definitivamente, si eres fan de Oldboy, no debes perderte la nueva adaptación. Podemos decir algo con certeza: aunque no salga triunfante, la de Spike Lee es una batalla bien librada.