Durante un crucero en el que daría una conferencia, David Frost tuvo una falla cardiaca. Hoy recordamos a uno de los mejores entrevistadores del siglo pasado.

 

David Frost fue uno de los mejores periodistas de habla inglesa: fue pionero en la sátira política inglesa y durante décadas, sus entrevistas incisivas le sacaron la verdad a los hombres y mujeres más poderosos del mundo.

 

Frost tuvo muchos programas a lo largo de su vida, fue conductor, escritor y productor. En la última etapa de su vida, continuaba dando conferencias y conduciendo un programa en la cadena Al Jazeera.

 

Todo el mundo sabía que ser entrevistado por Frost era una apuesta difícil de ganar. Muchos pasaron por sus preguntas de fuego, desde John Lennon hasta Benazir Bhutto, sin embargo, fueron las entrevistas realizadas a Margaret Thatcher y a Richard Nixon las que le dieron la fama de férreo entrevistador que tuvo toda la vida.

 

Estas entrevistas fueron importantes porque, en la primera, la dama de hierro pierde la paciencia (cosa que nunca ocurría frente a las cámaras) cuando se le pregunta acerca del hundimiento del Belgrano, el crucero que fue hundido por Inglaterra durante la Guerra de las Malvinas, a pesar de que el crucero estaba fuera del área de exclusión establecida por las partes. 323 argentinos murieron debido a este ataque (casi la mitad de los caídos argentinos por este conflicto) y le costó mucho a la administración de Thatcher defenderse de la opinión pública que condenó el hecho  a tal grado de considerarlo un crimen de guerra.

Las entrevistas a Nixon diminutivamente marcaron un hito en la carrera de Frost; luego de ser derribado por el escándalo de Watergate, Nixon necesitaba dar su versión de los hechos, así que, durante doce días, Nixon y Frost hablaron por horas y, aunque Frost no quería presionar mucho al entonces ex presidente, la primera pregunta lanzada fue un “-Sr. Presidente, ¿por qué no quemó las cintas de Watergate?“.

 

Fue durante estas entrevistas que Nixon admitió, por primera vez en toda su carrera política que se había equivocado, y pidió perdón por haber defraudado a la nación. Este extracto además es genial:

 

Frost: ¿Nos explicará cómo se vio metido en esto, cuáles fueron los motivos? ¿Iría más allá de los errores? Las palabras no parecen suficientes para que la gente lo entienda…

 

Nixon: ¿En que palabras lo expresaría usted?

 

Frost: Oh Dios …no esperaba… Creo que hay tres cosas que me gustaría escucharle decir, que el pueblo americano quiere escuchar. Una es: tal vez hubo algo más que errores. Hubo mala conciencia, más allá de si existió crimen o no. Segundo, y lo digo sin cuestionar sus motivos: abusé de mi poder como presidente, no honré lo que encarna la oficina oval. Y tres: sometí al pueblo americano a dos años de agonía inútil y pido disculpas por ello. Sé lo difícil que puede ser, pero la gente lo necesita y a menos que usted lo diga, le va a pesar el resto de su vida.

 

Nixon: No ando por ahí con la idea de que fui víctima de un golpe o una conspiración. Yo mismo me derribé. Les di la espada: ellos la clavaron y la hundieron con gusto. Si yo hubiese estado en su posición, habría hecho lo mismo (…)

 

Aquí la parte en donde Nixon pide disculpas.

 

En fin, se fue uno de los mejores entrevistadores, las insidiosas preguntas de Frost nos legaron algunos de los mejores momentos en la historia política del siglo XX: esos momentos en donde los poderosos titanes políticos se hacían pequeños buscando desesperadamente la respuesta adecuada.